Bosnia: Mostar vs Sarajevo



Mostar es una ciudad mucho más turística que Sarajevo. Acá casi todos los locales comerciales tienen personal angloparlante, y en los restaurantes los menús siempre están en idioma local y en inglés. En algunos casos, también en alemán.
Según me dijeron en su momento en la capital bosnia, Alemania es como la tierra prometida para ellos, el gran país para visitar, y quizás algún día mudarse… o hacer que Bosnia se le parezca. No pude encontrar un “por qué” a esto (ni siquiera preguntando), lo más cercano fue un “es que ellos son tan eficientes y tecnológicos, ¿quién no querría ir allá?”. Tanto en esta ciudad como en Sarjevo, abundan los turistas germanos.
En Mostar prácticamente no se ven chicas con velo, ya sean turistas o locales. Ese tipo de costumbres parecen no tener mucha cabida en esta urbe, aunque sobran mezquitas en la parte turística.
Por otra parte, según entendí, acá hay una comunidad croata importante, lo que me pareció creíble al pasar por una iglesia y ver cómo bajaba una pareja para casarse, y detrás un montón de familiares con banderas de Croacia.




Otra novedad fueron los turistas jóvenes estadounidenses. No son muchos en comparación con los alemanes, pero se notaba porque eran los únicos que iban sin remera por la calle. A un grupo en particular me lo crucé dos o tres veces.
La primera fue en el comienzo de la peatonal, donde había una mujer con su bebé pidiendo limosna. Ellos pararon frente a ella, y uno del grupo se le acercó, le pidió al bebé para sacarse una foto, la mujer lo cedió. Terminada la sesión, el muchacho le devolvió el bebé a la señora, al comentario de “huele horrible”, y se fue junto con sus amigos, sin dejar limosna alguna.
La segunda fue en un restaurante. Yo ya estaba terminando mi comida, y ellos justo ingresaron y se sentaron a un par de mesas de distancia. El mozo se les acercó después de unos minutos, les tomó el pedido, y rato más tarde trajo la comida. Luego de servir, les pidió por favor a los chicos del grupo si podían ponerse la remera, que por una cuestión de tradición el dueño del local pedía eso. Entre puteadas, se las pusieron, y uno de ellos (el mismo del de la foto con el bebé), dijo: “Encima que les pago por esta comida de mierda, me obligan a seguir sus costumbres. Odio este país”. Por suerte, el mozo se había ido para entonces.
En comparación con Sarajevo, Mostar tiene dos diferencias claras a la vista: Es alrededor de un 50% más cara, y la gente tiene mejor humor. Fuera de la zona turística no se habla inglés, y los precios bajan un poco. De cualquier manera, se puede comprar en el supermercado KONZUM, donde los precios son bajísimos (aproximadamente 40% menos que en Buenos Aires), y te podés pegar un festín con unos pocos marcos bosnios. 
Acá la guerra no está presente como en la capital del país. Sí, hay edificios baleados e incluso destruidos por bombardeos, pero no hay carteles por la calle haciendo alusión a eso, ya sea porque promocionan un museo o alguna exposición en particular. La gente no se presta a charlar mucho tampoco, son simpáticos, pero parece ser esa simpatía comercial de “soy piola porque quiero $$$, bitch”. Fuera de la parte turística tienen más ganas de charlar, pero el drama es que te hablan en bosnio, aunque algo llegás a entender porque alternan cada tanto alguna palabra en inglés.
Por ejemplo, el taxista que me llevó hasta el hotel me preguntó si prefería Maradona o Messi. Como era un tipo grande, le dije Maradona, y me contestó: “Aunque era un drogadicto y alcohólico era el mejor jugador”. Entonces le pregunté si el Kun Agüero le parecía buen jugador, y me contestó que “no”. Y de ahí le consulté por qué carajo había carteles del Kun dando vueltas por Bosnia. “Mafia, amigo, mafia”, sentenció, y terminó haciendo un gesto de: “Agüero se empernó a la hija de Maradona”.



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