Conclusiones y aleatorios Almaty, Kazakhstán
Conclusiones,
situaciones y pensamientos aleatorios durante la estadía en Almaty, Kazakhstan:
1. Las
cuadras son larguísimas, cada una mide al menos 250 metros .
2. Las
kazajas me prometieron que íbamos a ir a cenar a un lugar típico de la ciudad,
adorado por los habitantes de Almaty, por lo que me imaginé un restaurante de
platos tradicionales con buena relación calidad-precio. Terminamos en una
variante de Burger King de Kazakhstan.
3. Hablando
de Fast-food, en Almaty hay por lo menos 5 veces más Burger King que
McDonald’s. Un combo Whooper grande cuesta 70 pesos. En cuanto a los aderezos,
en lugar de mostaza tienen salsa de queso. La bebida es línea Coca-Cola.
5. Luego de
pasar la mañana con las kazajas apenas llegué a la ciudad, fui al hostel, me
acomodé como pude, googleé dónde estaba la embajada de Uzbekistán, y salí
enseguida. No podía demorar mucho porque dejaban pasar a los aplicantes a la
visa sólo a las 15, y después cerraban. Eran las 13:50.
Miré el mapa
y vi que eran 20 cuadras, y más o menos calculé que hacía a tiempo, pero pronto
me di cuenta que cada cuadra era gigantesca (repasar punto 1) y terminé
haciendo unos 5
kilómetros a pie.
Lo extraño
del camino es que no parecía estar acercándome a un barrio de embajadas, puesto
que no dejaba de cruzar bloques de departamentos soviéticos cada vez más
derruidos, y la actitud de la gente se enturbiaba conforme mataba kilómetros a
pie.
Obviamente
no hice a tiempo, pero igual caminé hasta el lugar, como para ya tener fichado
el edificio pero… sorpresa, resulta que no había embajada. Pregunté a al menos
11 personas si sabían dónde podía estar el lugar, pero no sólo los kazajos no
hablan inglés (repasar punto 4), sino que la palabra “cooperación” no existe en
su diccionario.
De
cualquier manera, si a nadie le sonaba siquiera la idea de algo relativo a
Uzbekistán por la zona, debería ser porque no había nada. Por primera vez en
todo el viaje, Google Maps me había fallado.
Emprendí el
camino de regreso, y me topé con varios personajes incómodos. Todos hombres que
se te quedaban mirando con tono desafiante, algunos que te seguían unos metros,
y otros que hacían gestos que por diferencias culturales no pude interpretar.
6. El dueño
del hostel parece ser otro torpe más que paga y motiva poco, pero exige mucho.
Una de las chicas del hostel me contó que en una ocasión faltaban 500 tenges en
la caja (menos de 2 dólares), y el tipo empezó a revisarle los bolsillos y la
mochila, para ver si ella no lo había robado. “Cuando le conté a mi compañera,
se indignó tanto, que arreglamos entre nosotras para reducirnos horas de
trabajo. Yo entiendo que ningún trabajo paga bien, pero tampoco voy a dejar que
me tomen por estúpida”, dijo la pequeña, de sólo 20 años, y cerró: “Me quiero
ir de Kazakhstan. Todos los jefes son así, esa no es forma de vivir”.
7. El
último día fui a comer a un local que estaba a media cuadra (saquen la cuenta
en metros) del hostel, y un pibe se me acercó para charlar. Tenía mi edad.
Me comentó
que estudiaba abogacía y que no trabajaba porque, según él, es “imposible”
hacer las dos cosas al mismo tiempo. “Mi novia sí trabaja, pero no va a la
universidad. Muchas chicas prefieren no estudiar para poder formar una familia,
aunque algunas sí empiezan a hacerlo, pero cuando se casan dejan todo”, contó.
Me dijo que
le gustan mucho las chicas de Kazakhstan, pero que desearía que fueran más
altas. “A mí me gustan las latinas, tienen tetas y culo grande. Tú debes ser
muy feliz en Argentina con esas mujeres”.
Más tarde
me contó que fue a Estados Unidos, y que vio muchas parejas homosexuales: “Eso
no me gusta, aquí ser gay está prohibido. Si alguien sabe que eres gay, tendrás
muchos problemas, y algunos hasta intentarán matarte. Me da pena, porque esas
personas están enfermas. Me refiero a los homosexuales, ellos son los que están
enfermos”. Sin comentarios.
El concepto
de homosexual=enfermo se repitió algunas veces en lo que va de mi viaje por
Asia Central. Por cuestiones de traducción, en general no se puede profundizar
mucho más.
8. Tanto el
subte como el colectivo tienen boleto único. En pesos, cuesta 3,60. Los subtes
son un lujo, los bondis varían según la línea.
9.
Kazakhstan tiene a un mismo presidente desde 1991.
10. Si bien
me habían advertido que los kazajos eran fríos y mala onda, debo decir que esos
son sólo unas pocas excepciones, por lo menos desde lo que pude experimentar.
11. Según
la piba que conocí en el avión, en Kazakhstan un año de relación ya amerita un
casamiento. Dentro de la pareja, está mal visto socialmente que el hombre NO
pague todo. Por si no recuerdan, esta chica vive en Londres y estudia en un
instituto de idiomas, donde asisten personas de distintas partes de Europa, y
unos menos de otros lugares del mundo. “Aquí en Kazakhstan el hombre se
esfuerza muchísimo por impresionar a la mujer. Gasta mucho dinero, se viste
bien, te pasa a buscar con su auto… no es como en Europa, donde los hombres te
tratan como si fueras alguien más, y ni siquiera tienen coche. Aunque no me
guste, ya me acostumbré a pagar mi parte de las cosas cuando salgo con alguno.
Creo que todavía no tuve suerte con los chicos de mi instituto por eso, porque
espero mucho de ellos”, relató con frustración la muchacha.
12. Los
taxistas están vistos, en líneas generales, como estafadores, salvo una
determinada empresa que no recuerdo su nombre.
13. El
hostel estaba genial, creo que es el alojamiento más económico en el que estuve
hasta el momento.
14.
Cuestionar al gobierno es prácticamente una anomalía.
15. La
religión mayoritaria es el Islam.
16.
Comparado con lo que estoy viendo ahora en Uzbekistán, en Kazakhstan están
bastante occidentalizados.
17. Para
entrar a las casas y hoteles tenés que descalzarte en la entrada.
18. La
inseguridad no es un tópico que esté presente.
19. Todos
te dicen que no vieron la película Borat, aunque me cuesta creerlo. De
cualquier forma, el film no tiene nada que ver con Kazakhstan, excepto una
música punchi que creo que ponen al final, que es exactamente lo que escuchan
los pibes que van con el auto a mil por hora y la música a todo volumen.
20. Ya en
Uzbekistán. No sé qué sigue luego.
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