Conclusiones y aleatorios de Belgrado, Serbia
1. Los
serbios tienen mejor humor que los bosnios, y en general todos hablan inglés.
2. El nivel
de la pizza y el helado subieron sustancialmente. La pizza es una Ugi’s 5 estrellas
y el helado llega a heladería popular de barrio con buena relación
calidad-precio.
3. Igual
que en Bosnia, las calles limpias.
4. No se
ven parejas con más de dos hijos ni madres con caras de saturadas.
5. Detesto compartir
habitación con desconocidos, pero es tan barato…
6. En
Belgrado no existe el Islam más allá de los refugiados sirios.
7. No hay
mucha variante de comida en relación a Bosnia, salvo unas salchichas austríacas
re poderosas.
8. Fui a
una cafetería y pedí una cheesecake. Mirando la carta, vi por primera vez desde
que salí de Argentina la palabra “Latte”. Preso de la añoranza, le pedí uno
junto con la porción de torta.
Cuando me
lo trajeron, me topé con que lo sirvieron en un vaso como para bebida frutal,
con dos sorbetes incluidos. Confundido, le pegué un sorbo y… madre santa qué
asco, estaba tibio-frío.
Llamé a la
moza para preguntarle por qué corno me servían un café con leche frío. “No está
frío, está tibio. Se sirve así”, comentó con total amabilidad.
Instantáneamente, volví a tener un flashback psicodélico con Roberto Navarro y
su “Te están tomando de boludo”, mezclado con música hippie y muchos colores.
No duró mucho porque le quería entrar a la cheesecake. Y sí, terminé tomando
latte tibio, aunque no estuvo tan mal al final.
De todas
maneras, me quedé con ganas de un café piola, así que le pedí un espresso común
y corriente sin sorbetes, ni vasos de bebidas frutales. “¿Grande o chico?”, me
preguntó la muchacha, y mi respuesta (con ojos llorosos por la emoción) fue:
“¿Tienen grande? Por favor (contesté, corriéndome una lágrima), damelo grande”.
Me trajeron
una taza el doble de grande de lo habitual para este tipo de café pero, cuando
miré con más detalle, noté que la taza estaba llena sólo por la mitad.
-Disculpá,
¿puede ser que el café me lo hayan servido por la mitad? –consulté, ya
frustrado.
-Sí, porque
pediste taza grande –dijo la moza, sonriendo.
-O sea, lo
único que se agranda es la taza…
-¡Exactamente!
-Ok,
gracias.
El café
estaba horrible.
9. Charlé
un rato con la moza, y en eso salió el tema del empleo. Muy similar a lo que me
habían dicho los bosnios: “En Serbia tenemos mala economía. No hay muchos
trabajos para los jóvenes, y los que hay tienen salarios muy malos. Pero el
problema no es tanto eso, sino que no tenemos futuro. Acá en Serbia, aunque te
gradúes, no tenés garantizado un trabajo. Muchos van para Alemania, porque es
como la tierra de las oportunidades para los universitarios de los Balcanes,
pero necesitás algún contacto que te ubique allá”.
10. El
recepcionista del hostel trabaja 24 horas por día de lunes a viernes, y los
fines de semana lo cubre otro flaco, aunque no siempre puede. “Por ahora me
pagan 350 euros, pero duermo en el sillón del hostel, y no veo a mi familia.
Por suerte tengo alcohol, y gente yendo y viniendo de las habitaciones, si no mi
trabajo sería como una prisión”, contó, entre risas y de buen humor.
11. Los
parques de la ciudad son preciosos.
12. El
museo de Nikola Tesla fue excelente. Buena exposición y guía muy profesional.
Los demás no eran gran cosa, y uno estaba cerrado.
13. Está
todo más caro que en Bosnia, pero sigue siendo más barato que Argentina.
14. El WiFi
del hostel era de primer nivel.
15. Charlé
con un griego un ratito, y me contó que le gustaba ir a lugares “como Serbia,
Macedonia y Latinoamérica” porque en los bares las mujeres “son más fáciles”.
“En Latinoamérica, con decir que sos europeo ya se te regalan”, juró. El
muchacho planea ir a Argentina el año que viene.
16. “Con
Tito estábamos mejor”, parece ser la frase de muchos serbios.
17. En el
hospedaje cayeron 3 cubanos. Me quedé charlando con uno, y me contó que
anduvieron por Rusia y Montenegro. En esos países se cruzaron a grupos de
españoles en varias ocasiones, pero me dijo que en general eran muy apáticos
cuando iban a saludarlos, y detalló: “Nunca antes habíamos salido de Cuba, y
como los únicos hispanohablantes que nos cruzábamos eran españoles, los
saludábamos como para sentir que no estábamos tan lejos de casa, pero parece
que a los españoles no les cae bien esto. No sé, amigo, yo digo… ya que sus
antepasados se robaron las riquezas de nuestras tierras, al menos podrían
saludar”.
18. Este
grupo de cubanos le hablaba en español a todos.
19. Al
final, me quedé charlando con el chabón ebrio del hostel, y le pregunté qué
onda con los impuestos (ya que el alojamiento se veía completamente irregular):
-Nosotros
no pagamos impuestos. Si viene alguien del gobierno, le digo que esta es mi
casa.
-Pero… ¿y
si pregunta por el cartel que dice “Hostel”? O peor, ¿si entra y ve que está
lleno de turistas?
-No es
problema, le digo de vuelta que es mi casa y que los turistas son familiares
míos.
-¿Y si no
te cree?
-No me
importa.
-¿Y si te
pide documentación?
-Le doy 300
euros y hasta dentro de unos meses no va a volver.
20. Yo sé
que son largos algunos ítems pero… ya saben, hoy es viernes, todo nos chupa un
huevo.
Comentarios
Publicar un comentario