De Bukhara a Khiva: 450 kilómetros en taxi

La siguiente parada luego de Bukhara es Khiva. Entre ambas ciudades hay casi 450 kilómetros de distancia, en dirección al oeste y atravesando el desierto. Lo primero que hice fue explorar la opción clásica en Uzbekistán, que es el tren.
Resulta que, a pesar que Khiva y Bukhara son dos de las tres ciudades más turísticas del país (la otra es Samarcanda), no están conectadas entre ellas por ninguna vía ferroviaria. Aun así, hay una opción para hacer el trayecto en tren.
La misma consiste en volver hacia el este unos 120 kilómetros, y luego tomar otra formación hasta Urgench, desde donde hay que tomar un taxi por 34 kilómetros. Por los horarios de los viajes, este trayecto me llevaría alrededor de un día. Todo esto lo pude averiguar por mis amiwis uzbekos porque, como imaginarán, en los puntos de venta y en la estación no se habla una palabra de inglés, y mi ruso no alcanza dimensiones tales como para consultar horarios, combinaciones, precios, y sugerencias.
En este sentido, vale mencionar que la gente que labura en venta de tickets acá parece que tiene que seguir procedimientos burocráticos muy tediosos. Por ejemplo, las veces que fui a comprar un boleto de tren, me tocó esperar un montón de tiempo para que fuera mi turno, incluso aunque sólo hubiera dos o tres personas delante mío. La otra posibilidad, en detrimento o junto con la burocracia, es que los cajeros estén mal capacitados; sean perezosos, o simplemente incompetentes.
En conclusión, el panorama era viajar un día entero. Después de la locura de Almaty-Shymkent-Tashkent, realmente no andaba con muchas ganas de hacer un trayecto así, por lo que intenté averiguar por los micros.



Para mi sorpresa, prácticamente todos los uzbekos que consulté (además de foros online) el bus no es una posibilidad. El precio es alto, el viaje dura 12 horas, y la comodidad es nula. En adición, puede haber chances de que te toque viajar parado.
Los precios de ambos transportes son más o menos los mismos, rondando los 400 pesos.
 “¿Qué corneti hago ahora?”, me dije. Con este panorama, podía estar medio día arriba de un bondi (porque los micros acá son eso, apenas un poco más que un colectivo), o pasar un día entero viajando, debido a largas combinaciones y escalas. Ninguna opción era buena, pero tenía que elegir.
Volví a revolver información y a preguntar, y entonces apareció una opción que no hubiera considerado en otro contexto: Tomar un taxi. En Uzbekistán, muchísima gente trabaja de tachero, la mayoría ilegalmente. Hasta tienen un dicho para ellos, que traducido significa algo como “Todos los vagos eligen ser taxistas”.
Con esta modalidad de viaje, se tarda 7 horas, y viajás con otras tres personas (además del chofer), y el viaje es directo hasta Khiva. El precio, sorprendentemente, es menor: 300 pesos. Claro, este precio lo conseguí porque encontré gente piola que me ayudó a que no me estafaran. A algunos turistas les han cobrado hasta 700 pesos por este tramo.

Teóricamente, mañana el chico de hotel me guía hasta el taxi y de ahí salgo para Khiva. Por supuesto que siempre cabe la posibilidad de que todo sea una estafa. Esperemos que no sea así.

En definitiva, Uzbekistán (hasta el momento) es el único país que visité donde, para hacer 400 kilómetros, la opción más veloz y económica es un taxi.





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